top of page
Buscar

A veces la naturaleza de un documento sólo se nos aparece como un fantasma.

  • Foto del escritor: A ediciones
    A ediciones
  • 5 ago 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 20 ago 2024

Por Giovanni Bello


Para ojear el libro reseñado:


Los historiadores sabemos que la carne del documento, en tanto documento, es siempre una proyección de los ojos que lo fatigan. Pero detrás del documento también hay un fantasma: la impresión en negativo de lo que buscan los ojos, las manos, los oídos de quienes les hacemos las preguntas.


Por un asunto de practicidad, se podría decir que Los pasos lejanos, fotolibro autopublicado por Ignacio Prudencio en mayo de este año, está compuesto esencialmente por dos documentos. Y las formas en que estos documentos trabajan, su modo particular de proyectar nuestra mirada, nuestro tacto, nuestro oído, parecieran casi no relacionarse, si no fuera por un vínculo causal, una delgada fibra histórica que hace que ambos se presenten como un conjunto. Pero más allá de su vínculo causal, como si la colección de fotografías fuera un desarrollo de la historia narrada en primera persona por el arquitecto Gustavo Medeiros, lo que a nuestro parecer los une es en realidad un espíritu, o, mejor, un fantasma de fondo. En sus distintas modalidades, con sus propios códigos, ambos documentos hilan retazos de un espacio imaginario llamado Los Pinos. Ese espacio imaginario, que a momentos pareciera querer concordar con el espacio real, y que a menudo pareciera ser sólo una fantasmagoría de Los Pinos de carne y hueso, se construye así a través de un entramado de datos y formas al que tal vez podamos dar un mínimo orden en estos breves apuntes.  


Con una voz casi técnica, como si se tratara de un informe oficial, pero también con una voz personal y plenamente idiosincrática, Medeiros funda Los Pinos que, a nuestro parecer, Los pasos lejanos construye o puede construir:


a) Los Pinos en realidad no tiene pinos, tiene cipreses y eucaliptos.


b) La urbanización Los Pinos no llegó a terminarse según el plan original, y por lo tanto fue un proyecto fracasado, así como los son los tres procesos históricos en los que fue gestado: dos golpes de estado, una dictadura y la crisis de la hiperinflación.


c) Los Pinos tuvo la intensión de ser al mismo tiempo una urbanización de vivienda social y un barrio equipado modernamente. La conjunción de ambas características fue en primera instancia una aspiración (acorde a las aspiraciones de los gobiernos de la época) y terminó siendo una contradicción.[1]


Desde su portada, impresa en serigrafía sobre una cartulina bond de 220 gramos, el mapa de Los Pinos imaginado por Ignacio Prudencio establece su carácter fantasmal. Influenciado por las psicogeografías situacionistas, los bloques abstractos de la imagen serigráfica nos muestran un Los Pinos imposiblemente esencial, limpio de historicidad, pura deriva subjetiva. Inmediatamente, comprobamos que esas geometrías que se presentan a nuestra vista y tacto como pura abstracción, son en realidad reflejo del mapa real de la urbanización ubicado en uno de sus ingresos. Esa dualidad va a ser una constante a lo largo de la colección de fotografías, porque el espacio real y su imagen fotográfica tenderán a convertirse en un conjunto de formas puras, objetos y hechuras de diversa índole, a menudo hostiles, esparcidos a lo largo y ancho de este Los Pinos imaginario, el cual, además, parece estar absolutamente deshabitado.


CRÉDITOS: IGNACIO PRUDENCIO


Decimos que la información dada por Medeiros, y su forma de comunicarla, establece de cierto modo el espíritu/fantasma de fondo de Los pasos lejanos porque, por un lado, marca el tono documental que traspasa la obra, pero, por otro lado, nos descubre la naturaleza anómica (Los Pinos no tiene pinos), a veces fracasada, a veces excesiva, y siempre contradictoria de Los Pinos imaginados por Ignacio. Son muy ilustrativas a ese respecto por ejemplo las fotografías de los espacios de dispersión y ocio de la urbanización, todos deshabitados y consumidos por una naturaleza parca, que no termina de comérselos, pero que evidencia la ausencia del cuidado humano. O las fotografías de los muros resquebrajados de algunos de los bloques, o las tiendas cerradas, o todo el material de construcción y desecho esparcido en cantidades iguales a través de los edificios, como si estuviéramos presenciando las ruinas de una ciudad fantasma.


Las características técnicas de las fotografías, planos medios y planos detalle en su mayoría, la ausencia de luz, y la mediana nitidez conseguida con una vieja cámara digital de mano, nos hablan así de este mapa subjetivo establecido por Ignacio, cuya mirada deambula por estos espacios hostiles con un interés documental, pero que está lejos de la tramoya histórica y de la historia colectiva del barrio, aunque capte de ellas su naturaleza. En un pequeño texto que cierra la colección, Ignacio evoca la imagen de Los Pinos de su memoria de adolescencia, “lugar donde mi generación iba a emborracharse, fumar marihuana y jugar fútbol ocasionalmente”. Pero nada de eso está retratado en esta colección de fotografías. Una vez más, la contradicción reitera la característica anómica y fantasmagórica de este Los Pinos imaginarios respecto a la memoria del fotógrafo. Pedazos de rayuela perdidos entre la maleza, grafitis adolescentes borrados por el paso del tiempo y carros abandonados son algunos de los hitos espaciales en el paisaje obscuro diseñado para este Los Pinos de Los pasos lejanos.


CRÉDITOS: IGNACIO PRUDENCIO


Y detrás de todo, como el fantasma al acecho que puebla estos documentos, en la penúltima fotografía de la colección, apenas conocemos la sombra del autor. Es la sombra que le da seguramente título a la editorial creada por Prudencio, pero para quienes fatigamos estos documentos también es la reiteración de que nunca podremos conocer el cuerpo humano que la proyecta, porque a veces la naturaleza de un documento sólo se nos aparece como un fantasma.


[1] Respecto a lo primero, el precio de los departamentos llegó a ser tan restrictivo que al final de la construcción de la segunda fase estaba considerado que algunos de los propietarios necesitaran garaje para dos automóviles. Y, respecto a lo segundo, debido a la crisis de la hiperinflación y el fracaso del proyecto, la cantidad de habitantes se redujo tanto, que el barrio terminó teniendo una sobreabundancia de equipamientos comerciales, educativos y recreativos que no justificaban la inversión.


 
 
 

Comments


  • Facebook
  • Instagram
bottom of page